¿Dónde está Félix? (2008)




Félix Hernández se hallaba parado de espaldas en la puerta del vestuario de los Marineros, y a punto estuvimos de preguntarle por él mismo. Solo nos evitó la vergüenza de semejante confusión, que justo en ese momento, Carlos Silva lo llamó por su nombre.
-Félix, en quince minutos hay que estar en el terreno. ¿Cuándo te vas a vestir?, lo increpó.
-Voy a terminar de comer y salgo, respondió.
Eran poco más de las ocho de la mañana del pasado viernes, cuando arribamos al campamento primaveral de los Marineros de Seattle en Peoria, al norte del estado de Arizona. No es que jamás hubiésemos visto al pitcher derecho, pero es que la ficha de Félix que está en la Guía de Medios de los Marineros, asegura que pesa poco más de 100 kilogramos. Una corpulencia sobre la que no existe duda alguna, según la foto que acompaña la relación de sus datos personales. El Hernández que estaba delante de nosotros era otro. Al menos físicamente.
“Nada de lo que dice esa guía sobre mi peso es verdad”, explicó el joven que cumplirá  22 años de edad el venidero 8 de abril, mientras clavaba sus dientes en una olorosa manzana de un rojo encendido. “Estoy exactamente en los 100 kilos. 218 libras. Es un peso super ideal. Por eso todo el mundo aquí en el equipo está contento. Todos los días el trainer se para delante de mí, me ve de arriba abajo, mueve la cabeza también de arriba abajo, y me felicita”.
Hernández se prepara en 2008 para su cuarta incursión en las ligas mayores, la que será asimismo su tercera campaña consecutiva en la nómina oficial desde el día inaugural. Existe la sospecha en el alto mando de los Marineros, que llegó su hora. Listo para la batalla.
“Física y mentalmente, Félix está preparado para tener su primer gran año en las grandes ligas”, dice sin titubear el manager John McLaren. “Por supuesto, todo va a depender de que se mantenga sano. No me sorprendería que se convierta en el mejor pitcher de Venezuela. Qué Johan Santana. Qué Carlos Zambrano. Qué Kelvin Escobar. Qué Freddy García. Que gane el “Cy Young”. Que gane veinte juegos. En cualquier momento será el mejor de todos”, afirma jactancioso.
En su cara, Félix se ríe del comentario del piloto. No es que se avergüence, ni subestime las palabras de McLaren. Por el contrario hay una mueca de orgullo en su gesto, en su mirada. Pero prefiere no decir una sola palabra al respecto.
“Esas cosas que la digan los demás”, responde entretanto ajusta algo apresurado el uniforme. “También prefiero que sean mis números los que hablen por mí. Siempre he estado muy claro sobre lo que puedo hacer y las condiciones que tengo. Pero el llegar tan rápido a las grandes ligas, quizás no permitió que madurara mentalmente con la misma velocidad con que maduró mi brazo. Sin embargo, esa fue una decisión del equipo y no he hecho otra cosa que tratar de cumplir con mi trabajo lo  mejor posible”.

No hay nada que estimule más la imaginación que las comparaciones. Entre peloteros de ayer y hoy. Entre peloteros de una misma generación. Muy a pesar de su inutilidad, entregarse a ellas forma parte indisoluble de este universo. Es un ejercicio fascinante y no hay quien no haya cedido a esa tentación. Especialmente en esta época del año cuando todo es ilusión, promesas. A fin de cuentas, los campamentos primaverales son el preámbulo de una larga temporada. Ya se verá cuando comience la acción, cuántos de  esos sueños se harán realidad.
Entre tantos comentarios y opiniones que se escuchan aquí y allá, hay uno atribuido a Mel Stottlemyre que desde hace días tiene de cabeza a los periodistas venezolanos que se aventuran por estos caminos en medio del desierto..
“No me gusta hacer comparaciones”, reacciona Stottlemyre, quien es el coach de lanzadores de los Marineros y quien habría dicho, que Hernández es tan notable como lo fue Dwight Gooden en los años 80. “No es correcto. Pero sí, si hay un pitcher a quien Félix me recuerda, ese es Gooden. Yo era el coach de pitcheo de los Mets cuando él llegó a las grandes ligas en 1984. Solo tenía 19 años, con la curva y la recta más deslumbrante que un pitcher puede tener a esa edad. Así es Félix. Un diamante que todavía se está puliendo”.
Pese a la advertencia de Silva, Hernández acepta extender un poco más la conversación, aunque no por más de quince minutos. Tiene por delante mucho que hacer. No va a participar en el encuentro de exhibición en horas de la tarde, pero igual debe estar en el campamento hasta las seis, y no precisamente saboreando manzanas.
“Mel ha trabajado conmigo desde que estaba en las menores, y desde este año, está aquí arriba con nosotros”, suelta sin mostrar mucha complacencia con la similitud establecida con Gooden. “Mel nos va ayudar a todos. Pero no acostumbra hablar mucho, sabes. Solo te dice lo necesario. En verdad, solo te dirige la palabra cuando piensa que estás haciendo algo malo. Si no, te deja tranquilo”.
Félix nació en Valencia en 1986, justo el mismo año en que Gooden con su brazo ayudó a los Mets de Nueva York  a ganarlo todo. El banderín de la Liga Nacional y hasta la Serie Mundial frente a los Medias Rojas de Boston. En esas tres primeras campañas en la gran carpa, Gooden ganó 58 juegos, tuvo dos topes en ponches y uno en efectividad, fue “Novato del Año” y recibió un “Cy Young”.
“No, no había escuchado nada de Gooden hasta este año”, reconoce Hernández, que en menos de tres campañas entre 2003 y 2005, pasó por cinco equipos diferentes en las sucursales de Seattle. “Todo ha sido muy rápido como dije hace rato. Pero en verdad, todavía no pensaba llegar a las grandes ligas. Los consejos de Stottlemyre es lo que me tiene aquí arriba desde hace tres años. La mayoría de los pitchers, a mi edad están en su primer entrenamiento primaveral con los grandes ligas”.

McLaren en cambio está en su segunda temporada como manager de los Marineros, y al igual que Stottlemyre, su relación con Hernández es de vieja data. Es la delicia de los reporteros de los medios de la ciudad de Seattle, que siguen a los Marineros a donde quiera que vayan. Las puertas de su oficina siempre están abiertas de par en par, una costumbre que exhibió en la liga venezolana cuando dirigió a los Cardenales de Lara y a los Tiburones de La Guaira.
“Hay tres cosas que separan a Félix del estrellato y confío que las superará este año”, piensa el piloto. “Una, trabajar más con su conteo. Que procure hacer la menor cantidad de lanzamientos posibles para retirar a los bateadores. Tiene tanto en todos sus pitcheos, que puede utilizar cualquiera en situaciones adversas. Dos, debe aprender a lanzar adentro. Tres, controlar su mal genio. Manejar sus frustraciones. Pienso que Carlos Silva lo va ayudar mucho. Sobre todo a competir. Será  una gran influencia para él. Si supera todo eso, podré mantenerlo más tiempo en el juego”.
Hernández nos mira con cierto estupor. Vaya uno a saber por qué. Porque ya no quiere continuar respondiendo preguntas, o porque pedimos que nos hable de su arsenal, lo que no es un secreto para nadie. Sin embargo, recupera su compostura y comienza a enumerar sus envíos. Ahora con una sonrisa de medio lado. De superioridad. Sobrado, dirían allá en Venezuela.
“Recta, recta de dos costuras, curva, slider y cambio”, afirma Félix, que en la historia de los Marineros, es el tercer jugador más joven en debutar en las mayores, a los 19 años y 118 días de haber nacido. “Stottlemyre me recomienda que la recta sea el principal lanzamiento. Pero todos están por encima del promedio de las grandes ligas y puedo tirarlos así esté detrás en la cuenta. En los entrenamientos he aprendido a mezclarlos. Los quebrados con las rectas. Definitivamente me ha dado resultado. Sacó los outs más rápido sin buscar los ponches. Vienen solos”.
El 2 de abril del año pasado, Hernández fue el pitcher abridor del juego inaugural de la temporada. Fue su primera apertura de este tipo, y con la ayuda del bullpen derrotó 4 a 0 a los Atléticos de Oakland. No obstante, esta vez McLaren decidió que fuese el recién llegado Eric Bedard quien abra el primer desafío de 2008, ante los Rangers de Texas en Arlington. Como era de esperarse, surgió una polémica mediática, tan caliente como la que soportan los Mets de Nueva York por la misma causa, entre Johan Santana y el dominicano Pedro Martínez.
“Por eso primero hablé con Félix antes de hacer el anuncio a los periodistas”, cuenta McLaren. “No quería que se enterara por otra vía que no fuese la mía. Tenía que respetarlo. Escogí a Bedard por su experiencia, y porque detrás de él, Félix se sentiría aguijoneado. Ahora, eso no es tan importante como pueda parecerle a ustedes. A medida que avance la temporada, todo cambiará”.
No podíamos abandonar Peoria sin tocar el tema con Hernández. Para disminuir el impacto de una nueva interrupción de su inviolable rutina de trabajo, primero le dimos las gracias por su atención, hasta una nueva oportunidad, y mucha suerte en la campaña.
“No me importó. Antes de decirlo a la prensa, McLaren me lo participó y fue un gesto que agradecí. Pero era su decisión, él es el manager. A mí lo único que me importa es lanzar”, aseguró el pitcher que ganó 14 encuentros en 2007 y exhibe un balance vitalicio en las mayores de 30-25..
La próxima apertura de Hernández está pautada para mañana sobre los Cerveceros de Milwaukee. Será su cuarta presentación primaveral.. Las tres anteriores evidencian que todo lo escuchado, de parte de McLaren y Stottlemyre y de él mismo, está muy cerca de la verdad: 1.64 de efectividad en 11 entradas, más nueve ponches y un solo boleto. Los bateadores contrarios apenas le han sonado seis imparables.
“Ya estoy preparado para la temporada. En un cien por ciento”, asevera antes de marcharse detrás de Carlos Silva, que regresó a buscarlo y no parecía dispuesto a continuar esperando por más tiempo.
Pensándolo bien, hasta hoy nunca habíamos visto a Félix Hernández. Al menos en persona. A mediados de noviembre de 2003 pudo ser la primera vez. En Barquisimeto, su nombre estaba en la alineación como abridor por los Cardenales de Lara ante los Leones del Caracas. La presentación era la comidilla en el palco de prensa.
“¿Dónde está Félix?”, preguntó alguien al ver a los Cardenales saltar al campo. Minutos antes de comenzar el juego, había sido removido por el manager Dan Rohn. A través de una llamada telefónica, los Marineros ordenaron que no lanzara más. El desconcierto cundió por todo el parque “Antonio Herrera Gutiérrez”. Una decisión lamentable, pero comprensible.

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