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Mostrando entradas de junio, 2019

El Nro 1 (2007)

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El de esta tarde aquí en Lee County entre los Mellizos de Minnesota y los Medias Rojas de Boston, no era precisamente el séptimo juego de la Serie Mundial. No era más que otro encuentro de exhibición. Aún así, Johan Santana saltó al campo del estadio Hammond a enfrentar a los poderosos Medias Rojas, como si se tratara del encuentro de su vida. Sin embargo, todo aquel que lo conozca medianamente, entenderá que el partido sí que guardaba un toque especial para el lanzador zurdo de los Mellizos. Era su última aparición esta primavera, y al menos para él, era indispensable saber a ciencia cierta, qué tan listo estaba para ascender a la lomita a abrir el primer juego oficial de la temporada 2007, el 2 de abril contra los Orioles de Baltimore.  Santana suele así tomarse las cosas, tal vez un poco más en serio que el resto de sus cofrades en las grandes ligas. Una actitud que se manifiesta en todo lo que hace, incluso en un acto tan elemental y rutinario como ponerse el uniforme. No

Miguelito da los primeros pasos (2000)

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Miguelito da los primeros pasos (2000) No visitábamos el campamento primaveral de los Marlins en Viera desde 1994, apenas el segundo año de la franquicia en la Liga Nacional. Tiempo suficiente para que crecieran en su interior árboles y explanadas de grama bien cortada, que terminaron de una vez con la desolación que inundaba entonces los espacios. -Debe estar en el campo de ligas menores, dijo Alex González, el venezolano campocorto de los Marlins, al preguntarle dónde podíamos encontrar a Miguel Ángel Cabrera. –No está muy retirado. Al llegar a aquel edificio, cruza a la derecha y vas a ver el campo. “¡No tires. No tires!”, le gritaba Cabrera desde el campocorto al defensor de la segunda base, justo en el momento que ingresamos al complejo de cuatro terrenos, para verlo personalmente solo por segunda vez. El camarero había perdido un rodado por fracciones de segundos, y Cabrera pensó que no tenía oportunidad de retirar al corredor en la inicial y sí de hacer un tiro des

El hombre que guardó el “13” (2007)

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Hacia donde se dirigiese la mirada, allí estaba el “ 13” . Incluso, hasta con un guiño de amabilidad. Pretendiendo desvirtuar el maleficio que se le atribuye al número por estas latitudes. Rojo escarlata sobre un fondo blanco, se hallaba en los pasillos de los tres pisos del Great American Park . En las paredes de los ascensores. En las oficinas del personal administrativo. En las taquillas donde los aficionados compraban y retiraban entradas para el juego. En el vestuario, del equipo de la casa y del equipo visitante. En la sala de prensa. En las casetas de radio y televisión. En los dugouts. En las tiendas de recuerdos. En los puestos de comida rápida. En los senderos que circundan el estadio. En pendones que asomaban majestuosos desde las alturas de los palcos de terreno. Por todas partes. Tal vez después de mucho tiempo, los Rojos de Cincinnati habían decidido homenajear a uno de sus peloteros más emblemáticos de sus años dorados en el transcurrir de la década de los 70, con

Por fin (1993)

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¡Por fin! (1993) El campocorto Rafael Belliard y el camarero Mark Lemke se cruzaron como un par de tijeras que se abren y se cierran. Solo reaccionaron por instinto porque no valía la pena intentarlo. Eran las 5:28 de la tarde de este sábado 2 de octubre en el reloj del Fulton County Stadium de Atlanta, Georgia. Octavo inning. La línea pasó violentamente entre los dos infielders, sobre la segunda base en dirección al jardín central. Entonces, por fin, Andrés Galarraga tuvo la agradable certeza de que el título de bateo de la Liga Nacional ya no podía escapar de sus manos. Piso la primera almohadilla, hizo el clásico ademán de seguir a la segunda, y regresó a la inicial donde lo esperaba el coach Ron Hassey para ser el primero en felicitarlo. En lo que resultó una formidable coincidencia, el sencillo llegó justo en su aparición 502 en el plato, una cifra que se había convertido en una obsesión para el toletero de los Rockies de Colorado. También en una angustiosa referen

El primer idolo

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El primer ídolo (2014) El mío por Gradisco no fue amor a primera vista. La obsesión por todo lo que tenía que ver con su vida, no se apoderó de mis pensamientos sino hasta los días anteriores a su undécima carrera. El clásico “José Antonio Páez”, primer peldaño hacia la Triple Corona , el domingo 8 de mayo de 1960 en la pista del hipódromo La Rinconada. Aunque para ser fiel a la verdad, me detuve en Gradisco porque sería conducido por Gustavo Ávila. Poderosa razón para suponer que podría llegar primero a la meta que sus cinco rivales. El recorrido de la prueba era de mil 600 metros y Gradisco partió en la retaguardia del pequeño pelotón. Fue una estratagema de Ávila, entretanto Lanzeta y Riesgo se disputaban la punta cuerpo a cuerpo durante el primer trecho. Próximos los cinco caballos a la última curva, Gradisco comenzó a desplazar uno a uno a sus oponentes. Al girar en el codo ya se hallaba delante de todos y no hubo forma de alcanzarlo hasta cruzar la raya final. Gr