Carta de Sandy Koufax


La carta de Sandy Koufax

A principios de 1979, los Dodgers de Los Ángeles anunciaron al mundo que Sandy Koufax estaba de vuelta. Los Dodgers lo habían contratado como instructor de lanzadores del equipo en las ligas menores. De Koufax nadie, incluidos nosotros que tratábamos de seguir su rastro a donde quiera que iba, sabía nada desde 1972. Ese año fue elevado al Salón de la Fama y renunció a su papel de comentarista en la cadena de televisión NBC antes de desaparecer del radar. Como ya podrán imaginar, no cabía de gozo solo por saber al menos, dónde se encontraba.

Fue entonces cuando decidí hacer contacto con mi pelotero favorito. Sin la menor de las expectativas. Solo pretendía hacerle ver, que aquí en Venezuela había uno de sus miles de admiradores, que con el tiempo se había hecho periodista. Oficio que aprovechaba, con las más variadas excusas, pera escribir de él y mantener viva su memoria, así fuese a tantos kilómetros de distancia.

Así que confiado en que Koufax estaría por lo menos un mes en el campamento de entrenamiento primaveral de los Dodgers en Florida, organicé todos los artículos, columnas y reportajes –que no eran pocos- que había escrito sobre él y sus hazañas en las grandes ligas entre 1955 y 1966, en las páginas de los semanarios Sensación y Sport Gráfico, como en las del diario El Nacional. Los introduje en un sobre y los envié a Vero Beach. Confieso que la osadía solo fue inspirada por el placer de que los recibiera. Si los leía o no, ya era asunto suyo.

Cuál sería la mayúscula de las sorpresas, cuando más o menos un mes después, al apartado de correos de Caricuao, llegó un sobre a mi nombre depositado por Koufax en la localidad de Templeton donde vivía en el estado de California, con fecha 9 de abril de 1979. No había manera de controlar mi corazón mientras iba camino a la oficina de Ipostel. 

Cada vez que la encuentro entre mis cosas, advierto la misma emoción percibida hace más de cuarenta años, y que hoy me antojé compartir con ustedes. La original y con su traducción al español.

“Señor Humberto Acosta Gutiérrez:

Muchísimas gracias por enviarme los artículos que usted escribió. Muchas gracias también por las cosas agradables que dijo. 

Preston Gómez las tradujo para mí y me iba ayudar a escribir esta carta en español. Desafortunadamente tenía que salir y tuve que hacerla en inglés. Estoy seguro que usted podrá encontrar alguien que lo ayude. De nuevo gracias, y la mejor de las suertes siempre para usted.

Sinceramente Sandy Koufax.”

No soy un devoto de las premoniciones, pero de vez en cuando llego a creer, que todo lo bueno que me ha pasado desde entonces como periodista, en buena medida lo debo a esos buenos deseos de Sandy Koufax.

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