Los 80 años y el sin hits de Tiant

 

Los 80 años y el sin hits de Tiant

Los aficionados aún entraban presurosos, desesperados por encontrar el mejor de los lugares para ver el juego, cuando el Caracas saltó al campo del estadio Universitario. Era ya la hora tradicionalmente convenida para los domingos, once de la mañana. Larry Howard se ubicó detrás del plato, Joe Lis hizo otro tanto junto a la almohadilla de la primera base, Bobby Valentine se acomodó cerca de la segunda base, Teodoro Obregón dio saltos hacia la antesala, Nelson García, Víctor Davalillo y César Tovar galoparon hasta los jardines y Barry Lersch se dispuso a escalar la lomita del pitcher.

Ángel Bravo llegó al home como primer bateador de La Guaira en el encuentro, y solo después de escucharse las notas del “Bravo Pueblo”, con todo el mundo de pie y en silencio donde se hallara como ordenaba el protocolo, fue que el árbitro principal Gualberto Acosta indicó a Lersch que podía hacer su primer lanzamiento. 

Aún no sé cómo fue que esa mañana dominical del 14 de noviembre de 1971, contrario  a mi habitual e impostergable costumbre, de entrar al estadio apenas abrirse sus puertas, llegué unos minutos más tarde. El retraso me obligó a sentarme en los bancos de la derecha en la tribuna techada. Justo sobre el dugout de los Tiburones. El lugar representó un elevado costo. Debí sentarme por los lados de la izquierda, en solidaridad con mis Leones. Obviamente, rodeado como me hallaba de aficionados del equipo contrario, estaba obligado a exteriorizar con cautela las manifestaciones de júbilo que podían presentarse en el camino. Pero eso no era todo. Desde allí observé en el primer inning, salir hacia la lomita a Luis Tiant, y no con el uniforme de los Leones, sino con el de La Guaira, asignado como pitcher abridor. Qué situación más embarazosa.

Tiant era uno de mis peloteros favoritos. Afición fundada desde sus días como lanzador de los Leones. Considerado como pelotero importado, con ellos vivió un prolongado lapso extendido por tres campeonatos entre 1966 y 1971, contadas 20 victorias. No podía echar al cesto de la basura, así como así, mi admiración por el cubano. Los sentimientos son una cosa seria. Para terminar de complicar mi existencia, en mi fuero interno reconocí, que el uniforme gris con trazos rojos y azules de visitante de los Tiburones, le prestaba de maravilla. Como destacaba el uniforme blanco y rayas negras de los Leones que tantas veces habíamos visto lucir a Tiant. Lo que no sabía, tampoco sé porqué no dado mi frenesí caraquista y sus menudencias, era que Tiant se disponía a enfrentar por primera ocasión los Leones desde su partida del equipo.     

No tiene sentido lamentarme medio siglo después, pero de haber sabido que el parsimonioso andar de Tiant hacia el montículo en la segunda mitad del primer capítulo, era apenas el presagio del que sería el primer juego sin hits ni carreras que presenciaría en vivo y directo, mis complejos existenciales, mi angustia por llegar tarde al Universitario, por haber perdido el espacio “reservado” solo para mí en la parte izquierda de tribuna, y por mi ahora secreta fascinación por este otro Tiant, lo hubiese olvidado todo sin el menor asomo de remordimiento. ¡Un no hit no run!

Lersch retiró a los tres bateadores de La Guaira en el primer episodio, y entonces Tiant ocupó el montículo. Fue el preludio de lo que acontecería. Dominó a Tovar con un elevado al jardín derecho. A Davalillo con otro globo al bosque izquierdo, y a Valentine con un fly otra vez por el derecho. Tiant retiró los tres primeros actos a la perfección, y en alta del cuarto, La Guaira le dio todo el soporte ofensivo que necesitaba. Bravo abrió con un sencillo al jardín central delante de Davalillo, fue el primer imparable del desafío. Remigio Hermoso sacó bases por bolas, y luego que Lou Piniella tocara para sacrificarse y avanzar a los corredores, con un rodado de Oswaldo Blanco cerca de la raya de la tercera base que tomó Obregón, Bravo piso el home mientras Blanco era retirado en la inicial para el segundo out. La Guaira 1 Caracas 0.

La cadena de catorce bateadores retirados al hilo desde el principio, Tiant la vio romperse al caminar a Lis con dos outs y en cuenta de 3 y 2, en el quinto episodio. Tiant y el cátcher Jim Hutto protestaron airadamente, pero el principal prefirió no caer en discusión y esperó que el cubano se calmara. Con la rayita del empate en la inicial, Tiant ponchó a Obregón para cerrar la entrada. En el sexto, los Tiburones volvieron a acosar a Lersch. Había un out cuando surgió el segundo imparable de Bravo en el encuentro y un tubey de Piniella. La Guaira 2 Caracas 0.

En el séptimo tramo hubo uno de esos lances que parecen extraídos del imaginario de un escritor de guiones cinematográficos. Lersch ponchó a Hutto para el primer out y al plato llegó Robert Marcano. A finales de enero en semifinales del la 70-71, Caracas llegó al noveno arriba 9 a 7 y Marcano fue a batear por La Guaira con dos en base. Sacudió un cuadrangular por la izquierda frente a Tiant  para dejar en el campo a los Leones 10 a 7. Fue el último bateador que enfrentó Tiant con el uniforme capitalino hasta esa mañana del 14 de noviembre. 

Marcano largó un batazo por la zona del jardín derecho sentenciado foul pese a la protesta de los Tiburones. Regresó a batear y depositó la bola en las gradas de la izquierda, en el mismo sitio donde había caído se estacazo ante Tiant que de paso eliminó a los Leones. La Guaira 3 Caracas 0.

Si hubo un instante en que el Caracas puso en peligro a Tiant fue en octavo episodio. Russell se convirtió en el octavo abanicado, pero por segunda ocasión el antillano caminó a Lis. Sería el único bateador del Caracas que estaría en base durante todo el desafío. El primer envío contra Obregón fue otra bola y el bullpen de los Tiburones se puso en movimiento con el zurdo Rod Gardner y el derecho cubano Orlando Peña. Sin embargo, Obregón dio una línea que tomó de un salto Derrel Thomas en el campocorto y García entregó el tercer out con el globo al jardín izquierdo.

El reloj en la parte superior de la desaparecida pizarra negra al final de las gradas por el jardín central, marcaba la una y cinco minutos de la tarde, al salir Tiant en la baja del noveno inning, a tres outs de pasar a la historia como el cuarto pitcher en completar un sin hits ni carrera en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. 

El emergente Alberto Cambero, Tovar y Davalillo eran los tres primeros bateadores. Cambero falló con un elevado a Piniella en el jardín izquierdo y Tovar dio un violento batazo que Tiant perdió en un primer momento. Corrió desesperado tras la bola y retiró a Tovar en la inicial. Davalillo la rodó al mascotín de Blanco en la primera almohadilla. El encuentro había concluido. La Guaira 3 Caracas 0.

En dos horas y quince minutos, el derecho que estaba por cumplir 31 años, había despechado al Caracas con solo 102 envíos. Había sido el Tiant de siempre, con aquel movimiento de “silla giratoria” mostrando primero el número en su espalda, antes de someterlo con una dieta de curvas y cambios de velocidad, coronados con una recta que nunca supieron de dónde salía. Puro surrealismo, arte barroco desde la lomita que parece obra exclusiva de los pitchers cubanos que más tarde repetiría en las mayores, Orlando “El Duque” Hernández

“Sólo quería ganarle al Caracas”, repetía Tiant en el dugout con su voz chillona, interrumpiendo las entrevistas de los periodistas para atender otra felicitación. “No me importaba el score, pero Dios quiso que fuera así, con un no hit no run”. Como “La venganza” paso el desafío a la crónica del beisbol profesional. Y literalmente, había sido un desquite. El Caracas no estaba obligado a contratarlo, pero al hacer pública su decisión, atizada por el cuadrangular de Marcano en la semifinal de la 70-71, la afición asumió como “injusta” la decisión de los Leones para con uno de los preferidos de su afición. 

En septiembre de 2017, caminaba por los pasillos del Fenway Park en Boston, que ya soportaban más de un siglo de historia, cuando tropecé con un pequeño tumulto de aficionados. De todas las edades, rodeaban a alguien sentado a la entrada de un local que expedía salchichas y refrescos. Le reclamaban su autógrafo o una foto en el celular. Por curiosidad me acerqué a ver de quién se trataba. Llegué pensar que era el dueño del establecimiento. Obviamente, ataviado con una chaqueta y una gorra de los Medias Rojas. Pero sus bigotes a lo fumanchú, que se extendían hasta la barbilla, y su tez morena, lo delataron de inmediato. Era Tiant. Bastó que dijera que venía de Venezuela y había estado en el Universitario el día que dejó sin hits ni carreras al Caracas, para que me dispensara más atención de la esperada. Cómo no recordarlo su gema.

 “Soy muy creyente en Dios”, afirmó sin dejar de atender a los aficionados. “Un no hit no run es algo inolvidable para todo pitcher. Hasta en una liga infantil. Pero para mí tuvo otro significado. Fue la oportunidad que Dios me dio para decirle a la gente que Luis Tiant no estaba acabado, como se dijo después del jonrón de Marcano en enero de ese año. En realidad, mi brazo sí estaba lastimado, pero cuando enfrenté al Caracas ese día, ya estaba recuperado. Con ese juego le dije a todos que todavía podía lanzar con efectividad. Mis mejores años en las grandes ligas vinieron después de ese no hit no run. Gracias a mi Dios”. 

Cuando Tiant vino como refuerzo de los Tiburones para el campeonato 71-72 ya tenía contrato con los Medias Rojas de Boston.  El sin hits ni carrera fue la primera de sus siete victorias esa temporada, y el inicio de sus años dorados con los Medias Rojas. Entre 1972 y 1978 ganó 121 encuentros, para despedirse un decenio de las ligas mayores después de su exhibición frente a los Leones, con 41  años y marca vitalicia de 229 triunfos con 172 reveses.  

Un sin hits ni carreras es un acontecimiento tan inusual, que al faltar un out para que se concrete, ya toda la concurrencia en el estadio, o tal vez casi toda, está de parte del lanzador a punto de concretar la hazaña. Los de su equipo, y los aficionados de la escuadra que pasará por el trago amargo de semejante humillación. Más aún, todo el que asiste al estadio, en lo más recóndito de su inconsciente, espera ser testigo de un acto tan trascendental.  Así ocurrió ese día en el parque Universitario. No podía ser de otra manera. Todos de pie, y una vez que Tiant lo consiguió y colocó su índice en el cuello entretanto miraba hacia la cueva de los Leones, se escucharon los aplausos. Incluidos los nuestros.

Luis, feliz cumpleaños.


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