Las sorpresas de la Regla 5


Las sorpresas de la Regla 5

En las grandes ligas, el ceremonial anual de la Regla 5 suele pasar desapercibido, por debajo de la mesa. Los medios le ofrecen tiempo y espacio, aunque para los aficionados el interés es minúsculo. Los nombres de los peloteros involucrados en el proceso, poco o nada significan. Por lo general se trata de ilustres desconocidos. De quienes nadie, a menos que se encuentre de lleno dentro de los equipos o el Beisbol Organizado, está en capacidad de prever qué tan lejos puede llegar en la carrera que están por emprender hacia la meta que se halla en las mayores.

¿Regla 5? Sin entrar en detalles legales que solo conseguirían complicar las cosas a los más profanos en la materia, es un tecnicismo que obliga a las treinta organizaciones de la gran carpa a incluir en sus nóminas de grandes ligas, a cuarenta peloteros susceptibles de ser protegidos por varias razones. Por caso, los años de servicio o su clasificación. De no hacerlo, de no protegerlo, se corre el riesgo de que cualquiera de los otros conjuntos se apropie de su contrato. Con una condición ineludible, incorporarlo por toda la siguiente campaña a la escuadra de las mayores cuyo róster no puede exceder de 26 jugadores.

De allí que las consecuencias para el equipo que no lo proteja, como para el conjunto que lo adquiere, solo se apreciará a largo plazo. Y es en este punto que la Regla 5 se convierte en uno de los capítulos más atractivo en la historia de las grandes ligas. No son pocos, pero hay dos relatos de esa crónica, que conservan el honor de ser los más relevantes a pesar del paso del tiempo.

A ver, ¿sabían que el 22 de noviembre de 1954, los Piratas de Pittsbugh tomaron a un jardinero boricua de 20 años de edad que los Dodgers de Brooklyn no habían protegido? Su nombre, Roberto Clemente. En las próximas 18 temporadas, coleccionó tres mil imparables, ganó cuatro coronas de bateo, 12 “Guantes de Oro” y terminó en el Salón de la Fama.

El affaire de los Dodgers y Clemente devino en Leyenda Negra. Un mito desde dos vertientes verosímiles. El Brooklyn habría decidido enviar a Clemente a los Reales de Montreal, su sucursal AAA en la Liga Internacional, por tener su nómina de las mayores poblada de jardineros: Carl Furillo, Duke Snider, Jackie Robinson, Walt Moryn, Dick Williams y el novato cubano Edmundo Amorós, que además bateaba a la zurda.

El otro mito tiene toques de discriminación racial. Los Dodgers estimaron que su cuota de peloteros afro descendientes y latinoamericanos como Clemente se hallaba completa con el infielder Jim Gilliam, los jardineros Robinson y Amorós , el cátcher Roy Campanella y los pitchers Don Newcombe y Joe Black.  

¿ Y sabían que el 13 de diciembre de 1999, los Marlins de Florida escogieron a un pitcher zurdo venezolano de 20 años de edad, que los Astros de Houston prefirieron no proteger, y que de inmediato cambiaron a los Mellizos de Minnesota? Su nombre, Johan Santana. Entre las campañas de 2000 y 2008, fue tres veces líder de la Americana en ponches y efectividad, dos en entradas lanzadas, dos en aperturas y una en triunfos, mientras ganó de manera unánime el premio “Cy Young” como el mejor pitcher de la liga en 2004 y 2006.

El episodio de los Astros y Santana no contó con tanta especulación como el de los Dodgers y Clementes pero sí con igual dramatismo. Sobre todo para Andrés Reiner. El hombre que originalmente firmó a Santana para el Houston el 2 de julio de 1995. El invierno de 1999, solo había un espacio disponible en las mayores, para Santana o para Aaron McNeal, un primera base y jardinero que bateaba a la derecha.

Reiner argumentó y rogó ante la gerencia de los Astros a favor de Santana, pero los 38 jonrones, las 131 remolcadas y el promedio de .310 en clase “A” de McNeal el año anterior, pudieron más que el récord de 8 y 8 con efectividad de 4.66 de Santana también en el conjunto “A” de la organización. Ese mismo día, Santana fue tomado por los Marlins de Florida y enviado a los Mellizos por el pitcher Jared Camp. McNeal nunca consiguió llegar a las grandes ligas.

Un par de años antes, los Astros se vieron envueltos en un dilema no tan dramático con un par de jardineros venezolanos firmados originalmente asimismo por Reiner: Bob Abreu y Richard Hidalgo. Con habilidades sobresalientes resumidas en disponer de las cinco herramientas promedio –bateo, poder, velocidad, brazo y manos- Houston optó por quedarse con Hidalgo, seducido por su bate con algo más de fuerza que el de Abreu, como quedó demostrado en la campaña de 2000 cuando Hidalgo pegó 44 cuadrangulares, empujó 122 carreras y bateó para .314. Solo que las lesiones congénitas en sus piernas nunca pudieron ser superadas de un todo.

Al quedar desprotegido por los Astros, Abreu fue tomado por los Rays de Tampa Bay, y ese mismo día enviado a los Filis de Filadelfia a cambio del utility Kevin Stocker. Pasó dieciocho años en las mayores entre 1996 y 2014, coleccionando 288 vuelacercas, 1631 remolcadas, 2470 incogibles y 400 bases robadas. Entretanto Hidalgo, largó 171 jonrones pero solo estuvo nueve años en la gran carpa, de 1997 a 2005. Se retiró con 30 años de edad. 

La escogencia de Regla 5 de 2020 se hizo a mediados de noviembre. ¿Quién recuerda los nombres de los jugadores escogidos? El tiempo dirá si entre ellos hay un Roberto Clemente, un Johan Santana o un Bob Abreu.

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