MARICHAL LLEGARÁ ANTES QUE APARICIO

 

MARICHAL LLEGARÁ ANTES QUE APARICIO

 A pocos días de conocer el resultado de la elección de este año, el cuarto intento de Omar Vizquel por ingresar al Salón de la Fama de las Grandes Ligas, me llevó a desempolvar el artículo que en enero de 1979 me encargaron Heberto Castro Pimentel y Rodolfo José Mauriello para tratar de explicar a los lectores de El Nacional, porqué Luis Aparicio no había resultado elegido en esa su primera oportunidad de tener una placa en el museo de Cooperstown. Como era de esperarse, existía una gran expectativa. Primero por venezolano, y porque ciertamente a simple vista, Aparicio disponía de una opción considerable de obtener la ansiada inmortalidad.

Fui acosado por las más variadas preguntas. ¿Acaso por muchos años no se nos dijo que Luis Aparicio era el mejor shortstop de las grandes ligas? ¿Por qué el privilegio fue únicamente para Willie Mays? ¿Es que al Salón de la Fama no entran los peloteros latinoamericanos?

Por supuesto que Aparicio posee todos los méritos exigidos para que algún día sea inmortalizado, respondíamos de plano. Allí están para demostrarlo sus números y sus actuaciones en dieciocho temporadas con los Medias Blancas de Chicago, los Orioles de Baltimore y los Medias Rojas de Boston entre 1956 y 1973.

 Aparicio jugó 2581 encuentros como campocorto, como nadie más ha podido hacerlo en toda la historia de las ligas mayores, proseguimos. Además, desde 1956 cuando fue elegido “Novato del Año” en la Liga Americana luego de batear para .266 en 152 juegos, el zuliano fue líder en bases robadas de la liga, ininterrumpidamente hasta 1964, también un récord para ambos circuitos. Por otra parte, desde 1959 hasta 1968, consiguió el porcentaje de fildeo más alto entre los torpederos de su liga. Dicho en otras palabras, en promedio fue el que menos errores cometió durante ese período de ocho campañas. Asimismo, sus 8016 asistencias y sus 1553 dobles matanzas, son el tope de por vida en la posición, sin olvidar sus nueve “Guantes de Oro” como el mejor torpedero.

Sin embargo, eso no fue suficiente para convencer a los 432 periodistas de la Asociación de Cronistas de Beisbol de Estados Unidos, advertimos. Tienen que otorgar al menos el 75% de los votos para ser elegido y Luis Aparicio obtuvo el 28%. Pero hay más. En el caso de Mays que fue elegido con el 95%, su elección se daba como un hecho desde el mismo día en que decidió retirarse en 1973. Las razones eran abrumadoras, simplemente espectaculares. Sus 660 jonrones, sus 3283 imparables, sus dos títulos como “Más Valioso” de la Liga Nacional, sus veinte Juegos de Estrellas, sus cuatro lideratos en cuadrangulares y su promedio vitalicio de .302 en bateo, no admitían excusa alguna.

Si recordamos que Mays se convirtió en el noveno pelotero elegido en su primera presentación ante el gran jurado desde que el Salón de la Fama abrió sus puertas en 1936, comprenderíamos mucho mejor lo difícil que era para Aparicio ser también escogido en su primera oportunidad. Hay un valor adicional en todo esto que no se haya inscrito en las condiciones oficiales de los comicios. Para el electorado, una celebridad como Mays, merecía entrar solo, incluso dejando a un lado a otros aspirantes como los toleteros Duke Snider y Gil Hodges y el propio Aparicio. Explicamos, que ser el único era tal vez el máximo de los honores que un candidato podía obtener.

Milton Richman, por años jefe de Deportes de la agencia de noticias UPI, explicaba el por qué de esta convicción. Certeza que con el tiempo hemos asumido como la guía más cercana a la verdad, a la hora de prever el resultado de la elección y de quiénes tienen la oportunidad o no, y en qué plazo, de sobrepasar las puertas del santuario.

“Hay dos clases de candidatos”, decía Richman en 1980, precisamente a propósito de Aparicio. “Los fijos, sobre quienes no existe ninguna duda. Como Willie Mays, como Henry Aaron, como Sandy Koufax. Y otro grupo donde está Aparicio. Aparicio no es un “seguro”. Está sujeto a las distintas opiniones. He votado una vez por él, y en otra no. En mi libro aparece en la quinta casilla entre los grandes campocortos de la historia. Primero Joe Cronin. Luego Ernie Banks. Entonces viene Marty Marion. El cuarto se lo comparten Leo Durocher y Frank Crosetti. Aparicio en el quinto en competencia con Luke Appling. No es fácil lo de Aparicio en el Salón de la Fama. Es cuestión de opinión”.

Con el tiempo nos convertimos en “expertos” en la materia. En cada una de las siguientes cuatro elecciones al Salón de la Fama, intentamos justificar ante los seguidores de El Nacional por qué Aparicio nuevamente se había quedado en el camino, casualmente por coincidir en las boletas con peloteros que Richman señalaba como “fijos”. En 1980 subió al 32% y el escogido fue el jardinero Al Kaline. En 1981 cayó al 12% mientras llegaba el pitcher Bob Gibson. Su porcentaje ascendió al 42% en 1982, año en que ingresaron los jonroneros Henry Aaron y Frank Robinson. En 1983 se colocó a las puertas del templo con el 67%, la misma elección que vio ingresar al antesalista Brooks Robinson. No había mejor excusa que los “fijos”.

El año de nuestro artículo, ya el puertorriqueño Roberto Clemente había ingresado a Coopertown como el primer latinoamericano, pero nos atrevimos a presagiar el destino inmediato de Aparicio, reflejado en el encabezado del artículo. Argumentamos que el pitcher Juan Marichal disponía de credenciales como sus seis campañas con al menos 20 triunfos y sus 243 victorias en su carrera. Richman opinaba que debería entrar en su primer intento en 1980. Solo que no fue así. Marichal tuvo que aguardar hasta 1983, aunque sí se cumplió nuestro presagio. 

Aparicio arribó al pabellón de los inmortales en 1984, en lo que fue su sexta tentativa. Recibió el 85% de los votos posibles y fue el primero de la lista, por delante del toletero Harmon Killebrew con 83% y el lanzador Don Drysdale con el 78%. 

¿Seguirá sus pasos Omar Vizquel?

Si Richman estuviese vivo, tal vez opinara que el ingreso al Salón de la Fama del campocorto que pasó veinticuatro temporadas en las grandes ligas entre 1989 y 2012, acumulando 11 “Guantes de Oro”, como el de Aparicio en su tiempo, está sujeto a las opiniones más diversas. Podemos recordar cómo en aquellos años, no existía incertidumbre alrededor de Aparicio. La única duda que prevalecía, era el “cuando” llegaría. 

Al igual que Luis, Omar se ha visto “perjudicado” por la presencia de “fijos” en las boletas. En 2018 consiguió el 37%, elección en la que resultaron  seleccionados el tercera base Chipper Jones, el bateador designado Jim Thome, el jardinero dominicano Vladimir Guerrero y el relevista Trevor Hoffman. En 2019 sacó el 42.8 % y fueron seleccionados el pitcher panameño Mariano Rivera y el lanzador Roy Halladay,  junto con el toletero boricua Edgar Martínez y el pitcher Mike Mussina. En 2020 escaló hasta el 56.2 %, comicios en el que ingresaron el campocorto Derek Jeter y el jardinero Larry Walker. Jones, Thome, Rivera y Jeter se hallaban en medio de su primera aparición, Rivera fue el primer unánime de la historia y Jeter obtuvo el 99.99 % de los votos.

Durante las festividades de diciembre, una familiar, quien desconoce por completo las interioridades del beisbol y sus protagonistas, pero sí es una consumada adicta a las redes sociales, me preguntaba por la desproporcionada presencia de Omar Vizquel en las redes. “Qué es lo que pasa para ese escándalo tan desproporcionado”, preguntaba. “¿Eso es tan importante? Nunca había visto juntas, al menos por un evento deportivo, tantas manifestaciones de chauvinismo, patriotismo, fanatismo desbocado, resentimiento social, opiniones tan irrespetuosas por lo que piensan los demás, opiniones sobre algo tan personal como lo es un divorcio, además tomando partido por las partes involucradas que me imagino ni conocen. ¿Cómo es que un pelotero como Vizquel, una criatura más en este infinito universo, suscite tanta pasión desbocada? La verdad, no entiendo”.

No me sentí con ánimos de responder, ni voluntad de explicar lo inexplicable. Entonces fui en busca de mi artículo de 1979 en El Nacional, a ver si hallaba en los tiempos de Luis Aparicio, hasta los momentos el único venezolano en recibir el privilegio de contar con una placa en el Salón de la Fama de las Grandes ligas, siquiera algo parecido. 

Pero sí, le ofrecí una respuesta: el 26 de enero quizás halles el porqué.

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