Antonio Armas MEDIO SIGLO DE SU FIRMA AL PROFESIONAL

 


Antonio Armas en octubre de 1970 con la selección de Venezuela en el Campeonato Mundial Juvenil. Venezuela llegó en el segundo lugar detrás de Cuba. Foto cortesía de Javier González.


Antonio Armas

MEDIO SIGLO DE SU FIRMA AL PROFESIONAL

¿Cómo habrá pasado Antonio Armas el pasado 18 de enero? Fue un lunes. Quizás como muchos, en casa al resguardo del coronavirus. ¿Recordaría qué momento trascendental en su vida se celebraba? Tal vez sí. O quizás no. Después de todo, una vez cruzada la frontera de los sesenta años, muchos tendemos a olvidar hasta los instantes más importantes de nuestra existencia. Ah, pero quién quita que cualquiera de sus hijos o sus nietos se lo recordara. Ellos no escapan de las consecuencias que ese instante tuvo para todos ellos. Pero por qué ponerlo en duda. Sí, es muy probable que recordara lo acontecido. Que hasta lo celebrara como Dios manda, en la puerta de su morada o a la vuelta de la esquina, acompañado de unas cervezas frías con los amigos de siempre, para contrarrestar el asedio ancestral del calor de Puerto Píritu. Lo que ocurre es, que los aficionados somos tan pretensiosos, que presumimos saber más de nuestros héroes que ellos mismos. De su carrera, sus hazañas, de sus números. En fin, de todo, y Antonio Armas no podía escapar al cerco que le impuso la fama.

El 18 de enero, pero de 1971, Armas firmó su primer contrato como pelotero profesional con una organización de grandes ligas, los Piratas de Pittsburgh. Semanas antes, los Leones del Caracas habían llegado a un acuerdo con el jardinero y bateador derecho de solo 17 años, para de inmediato tratar de convencer a los Piratas de que hicieran lo mismo. ¿Cómo es que no iba a evocar ese momento aún a medio siglo de distancia? Armas se retiró como pelotero activo con los Caribes de Oriente en la temporada 91-92 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, y lo despedimos en las páginas de El Nacional con un artículo titulado “20 años de poder y dignidad”, publicado el 23 de diciembre de 1991 y donde precisamente Pompeyo Davalillo, Oscar Prieto Párraga, Oswaldo Virgil y el propio Armas, recordaron los primeros días del toletero como profesional.

-0-0-0-0-0-0

Armas es oriundo de Puerto Píritu, al norte del estado Anzoátegui y cerca del mar Caribe, donde nació el 2 de julio de 1953 en el seno de una familia con urgencias económicas. “Entonces no era como  hoy en día”, recordó Antonio. “ No habían organizaciones como Los Criollitos donde te enseñan a jugar desde niño. Aprendí como se aprendía entonces, en la escuela y con adultos en terrenos con piedras. Como se dice, en “Caimaneras”. Fui aprendiendo y jugué en campeonatos del estado, hasta de categoría Doble A aunque era un juvenil. Luego llegué hasta la selección Nacional para el Mundial Juvenil en Maracaibo. Fue ahí donde me vio Pompeyo. Fue hasta mi casa para decirnos, a mí y a mi papá, que pensaba que podía jugar en las grandes ligas. Así empezó todo”.  

“Antonio tenía dos grandes características”, nos relató Pompeyo aquella mañana, quien admirado lo había visto en el Campeonato Mundial de Beisbol Juvenil de 1970 donde Armas jugó con la selección de Venezuela. ”El brazo y el poder de su bate. Ese Mundial se realizó en el estadio “Luis Aparicio El Grande” en Maracaibo, y en un juego sacó una bola entre el right y el centerfield contra el viento. Para que un muchacho de 17 años conectara un jonrón de esas características, tenía que tener fuerza. Sin embargo, no fue muy fácil dar con Antonio. En aquella época el sistema de scout no estaba tan desarrollado como está hoy. Y supe de él por dos amigos que tenía en Píritu. Uno se llamaba Nemesio y el otro Carlos Rolling. No estoy muy seguro si esos eran sus nombres, pero fueron ellos quienes me hablaron por primera vez de Armas, que antes del Mundial había participado en el Campeonato Nacional Juvenil con el equipo de Anzoátegui”.

El jefe de Davalillo era Howie Haak, una leyenda viviente de la cacería de talentos para jugar en las ligas mayores, que también sobresalía por su vientre cervecero, su cabellera cana y grasosa peinada hacia atrás, unos pantalones que a cada rato se caían por culpa de un trasero plano, grosero y blasfemo como el que más, que mascaba tabaco apenas salía de la cama por las mañanas, pero también era un adicto al beisbol que podía descubrir la capacidad para jugar beisbol debajo de las piedras. En el área del Caribe, Haak había firmado para los Piratas en Panamá al cátcher Manuel Sanguillén, al jardinero Omar Moreno y al infielder Rennie Stennett. En Cuba al outfielder Román Mejias y en Dominicana a los pitchers Cecilio Guante y José de León, al camarero Julián Javier y al receptor Tony Peña. En Puerto Rico al lanzador Ramón Hernández. Dentro de Estados Unidos al lanzador Bob Veale, al toletero Dick Stuart y al outfielder Gino Cimoli. No obstante, la joya la obtuvo Haak durante la asamblea de 1954 para tomar peloteros amparados en la Regla 5, al recomendar a los Piratas que escogieran sin mirar hacia atrás a un joven jardinero boricua de 19 años que los Dodgers de Brooklyn no habían protegido, de nombre Roberto Clemente.   

“Al terminar el Mundial en Maracaibo que ganó Cuba, llamé a Howie Haak que era el scout principal de los Piratas”, prosiguió Davalillo con su relato. “Entonces yo no era scout como lo soy ahora. Era lo que se llama un “perro de caza”. Un puesto que a muchos les da vergüenza decir que lo desempeñaron. Bueno, Haak vino y fuimos hasta Píritu. Pedimos unas pelotas, y en el estadio de allá, pusimos a Antonio a correr, batear y lanzar. A Haak también le gustó. Fue mi primera recomendación hecha a los Piratas y por ella comencé a ganar 200 dólares mensuales. Antonio no estaba obligado a firmar con el Caracas, pero siempre me ha gustado que los peloteros que firmo estén cerca de mí, por lo menos en la primera parte de su carrera. Yo era el manager del Caracas en ese campeonato 71-72, y como el Negro Prieto aceptaba con los ojos cerrados cualquier pelotero que yo le recomendara, Antonio comenzó con el Caracas. Allí empecé a inculcarle que el pelotero aficionado es muy diferente al profesional. No me defraudó, ni dentro ni fuera del terreno. Por eso hoy somos grandes amigos”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿QUÉ ES UN PROSPECTO DE GRANDES LIGAS?

El primer idolo

Bonds y el Magallanes (1993)