¿Es el béisbol un genuino deporte olimpico?

 


¿Es el beisbol un genuino deporte olímpico? 

El beisbol apareció por primera vez en los Juegos Olímpicos en 1904 celebrados en San Luis, y los terceros de la era Moderna. No obstante lo hizo en calidad de “invitado”. Desde entonces desapareció del contexto olímpico, y no fue sino hasta 1992 en Barcelona que su actuación tuvo carácter oficial. ¿Por qué el beisbol no termina de recibir el visto bueno del Comité Olímpico Internacional? De hecho, luego de cinco presentaciones consecutivas a partir de 1992, el COI lo execró del evento y será este año en Tokio que retornará nuevamente. ¿Qué es lo que ocurre?

Jacques Rogge ofreció la excusa que cuenta con más aceptación ante la opinión pública deportiva, si podemos calificarla de esa manera. “Su falta de universalidad”, dijo el entonces presidente del COI en 2005, mientras que por votación unánime de sus miembros, el beisbol y el softbol eran excluidos de los juegos de 2012 en Londres. En buena medida, Rogge está en lo cierto.

El beisbol goza de un considerable número de seguidores solo en América y parte de Asia, que no son precisamente espacios que abarquen los cuatro puntos cardinales de ambos continentes. Sus cultores se encuentran concentrados particularmente en Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, Dominicana, Puerto Rico, Nicaragua. Panamá, Colombia y Venezuela, entretanto dispone asimismo de fervorosas multitudes en el lejano oriente en los límites de Japón, Corea del Sur y Taiwan.

No obstante, hay una razón aún más poderosa que obstaculiza su presencia definitiva en las olimpíadas: el tiempo. Al contrario de lo que sí ocurre por ejemplo con el fútbol y el basquetbol, el beisbol no depende del correr del reloj. Característica inmersa en su naturaleza. Un famoso y certero lugar común afirma, que un juego de beisbol pudiera prologarse “toda la vida”. Incluso la opción del empate no existe. No hay alternativa, el encuentro hay que terminarlo.

Es esa trama temporal la que se eleva como un muro infranqueable. Los Juegos Olímpicos tienen una duración de quince días, ni uno más ni uno menos, y las autoridades beisboleras en su afán de formar parte permanentemente del concierto, han procurado romper tal resistencia con la creación de reglas que solo desvirtúan la esencia del juego, mientras se elevan protestas rechazadas de plano por los seguidores. 

Entre las novedosas reglas, la más conocida es aquella que trata de reducir el impacto que tiene la duración de los juegos. Si este se mantiene empatado cumplidos los nueve innings habituales, un corredor es colocado en la segunda base sin que haya llegado hasta ese lugar cumpliendo con la dinámica del desafío, como lo son los  imparables o las bases por bolas. Pero la tozudez de las reglas no se detiene. Es de tal magnitud de su naturaleza, que ese corredor en circulación no es  garantía de que el desempate se materialice. La puerta la cierra la televisión y su frenética dependencia de los minutos y horas que le representan considerables ganancias. Sí, un juego de beisbol puede durar “toda una vida”.

Hay otra traba con ingredientes económicos. La mayoría de las naciones donde se han efectuado los juegos olímpicos se encuentran en Europa. Por la distribución de las sedes impuesta por el COI, pero también por la capacidad para organizarlos que poseen gracias a su desarrollo. En otras palabras, primer mundo. En el presente, y dada la crisis financiera que afecta el continente americano, la probabilidad de organizarlos es casi inexistente. Salvo quizá Estados Unidos, y sin olvidar la pandemia del coronavirus que tiene contra la pared a todas las economías del planeta. Igualmente, en Europa hay reticencia para levantar estadios de beisbol que probablemente carezcan de futura utilidad por no disponer de torneos y aficionados en números razonables que justifiquen su inversión.  

La Confederación Mundial de Béisbol y Softbol ya se apresta para organizar la presentación en los juegos pautados para mediados de año en Tokio, aunque el COI solo dio luz verde para la participación de seis países, incluido Japón desde ya, por su condición de sede. Los desafíos de clasificación están pautados para principios de junio, y en lo que corresponde a América solo un equipo ingresará directamente una vez culminada la primera ronda. Luego, los que terminen segundo y tercero, irán a un repechaje con escuadras de Asia. 

Venezuela nunca ha participado en el beisbol olímpico y fue asignada al Grupo “B” de la eliminatoria continental, grupo donde medirá fuerzas con las selecciones de Canadá, Cuba y Colombia. El Grupo “A “  lo conforman Estados Unidos, Puerto Rico, Dominicana y Nicaragua. La competencia se escenificará en Port St Lucie y West Palm Beach, en el estado de Florida, del 31 de mayo al 5 de junio. Se jugará a una sola vuelta, y los dos primeros avanzarán a una serie de todos contra todos. La Federación Venezolana de Beisbol designó a José Alguacil como manager de Venezuela.

La historia del beisbol en los Juegos Olímpicos recuerda que en el evento de 1992 en Barcelona, Cuba ganó la medalla de oro, repitiendo en 1996 en Atlanta. En Sidney 2000 el oro fue para Estados Unidos, en Atenas 2004 nuevamente para Cuba, cerrando el ciclo con el oro conquistado por Corea del Sur en Pekin 2008 en Pekín. ¿Quién ganará en Tokio en 2021? O más pertinente, ¿tendrá el beisbol una aceptación que le conceda su permanencia definitiva en las Olimpíadas?

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