El pitcheo siempre estará por encima del bateo

 


El pitcheo siempre estará por encima del bateo

De los deportes universalmente más conocidos, individuales y colectivos, el beisbol es el más condescendiente con el fracaso. Tolerancia que tiene su origen en las peculiaridades del juego. En su naturaleza y hasta en sus reglas. Quizá allí se encuentre el por qué, sus estadísticas reflejen como en  ningún otro juego, lo que sucede en el terreno y el desempeño de los peloteros. Realidad que se expresa en los tres escenarios que lo caracteriza: pitcheo, defensa y ofensiva. Pero sobre todo en esta última, también conocida por sus cultores como bateo, y que representa como ninguna otra, la citada condescendencia.

Por ejemplo en el fútbol, en medio de un entrenamiento de tiros al arco. Quien fallé siete de cada diez, probablemente nunca recibiría la responsabilidad de cobrar penales. Algo muy similar sucede en el basquetbol. Quien no consiga acertar siete, hasta cinco de cada diez disparos al aro, difícilmente recibirá la encomienda de concretar tiros libres durante los partidos.

Sin embargo, veamos lo que acontece en el beisbol. Quien al menos conecte tres imparables por cada diez turnos al bate, es calificado de bateador exitoso. Un reconocimiento que tiene su máxima expresión en el promedio de .300 puntos que exhibe su estadística personal. Y es esa realidad incuestionable, lo que nos conduce al encabezado de estas líneas. Y podemos ir más allá, y no en detrimento de los otros deportes. No hay ejercicio en una cancha o terreno, que envuelva más dificultad para su ejecutante, que batear. Que tratar, con un cilindro de madera o metal, pegarle a una pequeña esférica que viaja de una distancia aproximada de 18 metros, a una velocidad promedio de 95 millas por hora en el caso de las grandes ligas. 

¿Dónde se encuentra entonces el origen de la convicción que presenta al pitcheo, por los siglos de los siglos, por encima del bateo?

En la esencia de la acción. De entrada, el acto del juego no se inicia hasta que el pitcher lance la pelota al bateador. Eso le otorga al lanzador una ventaja incuestionable: saber lo que quiere conseguir, independientemente de la situación que esté presente en el campo. Hecho que deja al bateador en total orfandad. En medio de la necesidad de adivinar con qué envío y cómo, pretende el pitcher neutralizarlo. Sin subestimar el temor que genera la posibilidad de recibir un pelotazo. O sea, su mente tiene que ocuparse simultáneamente, de descubrir la estrategia de su rival y cuidar su integridad física. Más allá de la situación del juego que asimismo exige una atención indispensable.

Para rematar su manifiesta ventaja sobre el bateador que tiene por delante, el pitcher dispone de ocho compañeros que harán lo imposible para respaldarlo. Lo que conocemos como defensa. Visto así, el bateador está solo contra el mundo. Hay un caso emblemático, que muy bien expresa esta realidad. Pongamos que al siguiente día del encuentro, el box score cuenta cómo cualquiera de los integrantes de la alineación se fue de 4-0. Hasta inconscientemente, pensaremos que tuvo un mal día, una pésima jornada. Solo que en esos cuatro turnos, le dio con solidez a la bola, pero ésta fue atrapada por los jardineros en la zona de seguridad. ¿Fracasó el bateador?

Como ya indicamos, esa condescendencia de los bateadores con el fracaso, se comprueba de forma irrefutable en las estadísticas. Habitualmente, al ver que un bateador tiene un promedio de .400 o más puntos ante un determinado lanzador, pensamos, “le cayó a palos”, como nos gusta exclamar por estas latitudes. Pero resulta que ese average de .400 puntos surge de conectar dos inatrapables en cinco oportunidades. ¿Cómo quedan entonces las otras tres ocasiones en las que el pitcher salió airoso’ ¿Y si en esos otros tres duelos le propinó tres ponches?

Viéndolo bien, el famoso “le cayó a palos”, es una manera de hallar consuelo para el bateador. Otra forma de ser condescendientes con el fracaso. Para que la expresión tenga validez sin atenuantes a favor del bateador, el average de la confrontación con el pitcher, solo puede manifestar una decisión: .501 puntos. De lo contrario, con un celebrado .500, el resultado será tablas.

Comentarios

  1. Señor Huberto usted escribió que en el basketball el no acierte 7 de 10 en práctica recibirá pocas opciones para cobra tiros
    Señor con el respeto que merece pero en basketball a diferencia del fubol el recibe una falta cuando esta lazando al aro ese mismo jugador se encarga de lanzar los tiros libre no no se escoge como en el fútbol para los tiros libres penalti es el jugador que recibe la falta que va cobrar los tiros libre
    Por eso ha una estrategia de tratar de dar falta al jugador que tenga el menor % de tiros libres para que halla más posibilidades de fallar los tiros y tratar de tomar los rebotes defensivos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

¿QUÉ ES UN PROSPECTO DE GRANDES LIGAS?

El primer idolo

Bonds y el Magallanes (1993)